Dice nuestro Alto Tribunal en uno de sus aforismos más famosos que "los contratos son lo que son y no lo que las partes dicen que son". Esta frase, que puede sonar tautológica para el no iniciado en el mundo del Derecho, no hace más que confirmar que en España existe una cosa llamada autonomía de la voluntad que se traduce en libertad contractual: tu contrato mercantil puede adoptar casi cualquier forma. Así, la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, sec. 1ª, núm. 693/2019, rec. 1458/2016 de 18 de diciembre de 2019 (ECLI: ES:TS:2019:4188) no hace más que consagrar por enésima vez lo que ya viene escrito en nuestras leyes.
Teoría
Este apunte teórico, que a continuación será completado, es necesario antes de entrar a analizar cómo se redacta un contrato. Y es que, grosso modo, si es legal y forma parte del derecho dispositivo, puede ser objeto de comercio y en consecuencia puede traducirse en un contrato. La idea del presente artículo es no ser muy técnico así que veamos a continuación qué normas amparan la libertad contractual y cuáles son sus límites.
Constitución Española
- Artículo 10.1: establece que "la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social". Este artículo fundamenta la capacidad de los individuos para obrar libremente en sus relaciones jurídicas.
- Artículo 33.1: reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia, esenciales en el ejercicio de la autonomía contractual.
- Artículo 38: protege la libertad de empresa, que incluye la capacidad de contratar libremente en el ámbito mercantil.
Código Civil
- Artículo 1255: “Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público”. Este artículo consagra la libertad contractual y, al mismo tiempo, establece sus límites.
- Artículo 1091: “Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes”. Este artículo refuerza la obligatoriedad de los acuerdos libremente pactados.
- Artículo 1278: garantiza la validez de los contratos celebrados de forma consensual, siempre que cumplan los requisitos legales: “Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que se hayan celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez”.
Código de Comercio
- Artículo 2: establece que las disposiciones del Código Civil se aplicarán supletoriamente a las materias mercantiles, incluyendo las normas sobre contratos.
- Artículo 50: reconoce el principio de libertad contractual en las relaciones entre comerciantes, siempre sujeto a la buena fe y las leyes aplicables.
Límites a la libertad contractual
Aunque el principio de autonomía de la voluntad es amplio, no es absoluto. Está limitado por:
- Leyes imperativas: las partes no pueden infringir normas de carácter obligatorio.
- Orden público, moral y buenas costumbres: según el artículo 1255 del Código Civil, los pactos contrarios a estos principios son nulos.
- Protección de la parte débil: en algunos casos, como en contratos con consumidores, el legislador establece restricciones para garantizar la igualdad de las partes. Por ejemplo, la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (RDL 1/2007) regula las cláusulas abusivas.
Sentado lo anterior, que no son más que pinceladas que en ningún caso convalidan la carrera de Derecho ni las tropecientas asignaturas que ahora existan sobre el Derecho Civil y Mercantil, podemos entrar en materia para que puedas redactar un contrato por ti mismo.
Introducción. ¿Qué es un contrato mercantil y por qué es importante?
Un contrato mercantil es un acuerdo legal entre dos o más partes que regula una relación comercial. Estos contratos son esenciales para garantizar que las obligaciones y derechos de cada parte estén claramente definidos, ofreciendo seguridad jurídica y evitando conflictos futuros. Y es preciso añadir que, con respecto a estos conflictos futuros, un contrato no solo ayuda a evitarlos sino también a regularlos de tal manera que puede acordarse que la lucha sea civilizada.
En el día a día, tanto empresas como autónomos recurren a contratos mercantiles para formalizar acuerdos relacionados con compraventas, prestación de servicios, distribución, colaboraciones, entre otros. Su importancia radica en que establecen las reglas del juego previniendo malentendidos y ofreciendo un marco de referencia en caso de disputas. A continuación, te presentamos una guía práctica para redactar un contrato mercantil básico conforme al Derecho español.
Práctica
Paso 1. Identificar a las partes del contrato
El primer paso para redactar un contrato mercantil es identificar claramente a las partes involucradas:
- Personas físicas: Indica el nombre completo, DNI/NIF y dirección.
- Personas jurídicas: Incluye la razón social, CIF, dirección fiscal y representante legal.
Por ejemplo:
El presente contrato se celebra entre ABC S.L., con CIF B12345678 y domicilio en Calle Ejemplo, nº 10, Madrid, representada por D. Pedro Pérez (en adelante, 'El Prestador'), y María Gómez, con DNI 12345678Z, domiciliada en Calle Ejemplo, nº 20, Sevilla (en adelante, 'El Cliente').
Paso 2. Definir el objeto del contrato
El objeto del contrato describe de manera clara y concisa la naturaleza del acuerdo. Esto es fundamental para evitar ambigüedades. Algunos ejemplos incluyen:
- La prestación de servicios (consultoría, diseño gráfico, asesoría legal).
- La compraventa de productos.
- La distribución exclusiva de mercaderías.
Ejemplo:
El presente contrato tiene por objeto la prestación de servicios de diseño web por parte del Prestador al Cliente, según los términos establecidos en este documento.
Paso 3. Establecer las obligaciones de las partes
Cada parte debe asumir obligaciones claras y detalladas. Por ejemplo:
- Obligaciones del prestador: Describir los servicios o productos a entregar, tiempos de entrega, calidad esperada, etc.
- Obligaciones del cliente: Indicar los plazos de pago, las condiciones de recepción de los productos o servicios, entre otros.
Ejemplo:
El Prestador se compromete a desarrollar una página web funcional en un plazo de 30 días desde la firma del contrato. El Cliente, por su parte, deberá abonar el 50% del importe acordado al inicio del proyecto y el 50% restante al finalizar.
Paso 4. Incluir términos de pago
Es crucial detallar las condiciones de pago para evitar conflictos. Considera incluir:
- El importe total.
- Los plazos y métodos de pago.
- Las penalizaciones por retraso.
Ejemplo:
El Cliente deberá realizar el pago mediante transferencia bancaria a la cuenta indicada por el Prestador. En caso de retraso, se aplicará un recargo del 5% mensual sobre el importe pendiente.
Paso 5. Regular la resolución de disputas
Incluir una cláusula sobre la resolución de conflictos ofrece un marco claro para abordar posibles desacuerdos. Puedes optar por:
- Mediación o arbitraje: procedimientos más rápidos y menos costosos que acudir a los tribunales.
- Jurisdicción competente: especifica los juzgados que resolverán las disputas (por ejemplo, los de la ciudad del Prestador).
Ejemplo:
Las partes acuerdan someter cualquier disputa derivada del presente contrato a mediación, y, de no ser posible una resolución amistosa, a los juzgados y tribunales de Madrid.
Paso 6. Agregar cláusulas resolutorias
Especifica las condiciones bajo las cuales el contrato puede resolverse anticipadamente. Algunos ejemplos incluyen:
- Incumplimiento de las obligaciones por alguna de las partes.
- Fuerza mayor que imposibilite el cumplimiento del contrato.
Ejemplo:
El presente contrato se resolverá de pleno derecho en caso de incumplimiento grave por cualquiera de las partes, previa notificación escrita con un preaviso de 15 días.
Consejos útiles: errores comunes a evitar
- Lenguaje ambiguo: evita términos vagos o imprecisos.
- Falta de especificidad en las obligaciones: define claramente qué espera cada parte.
- No incluir cláusulas de resolución de disputas: esto puede generar conflictos difíciles de resolver.
- Omitir referencias legales: asegúrate de que el contrato cumpla con la normativa vigente (por ejemplo, el Código de Comercio y el Código Civil).
Recursos: descarga nuestra plantilla gratuita
Para facilitarte la tarea, hemos preparado una plantilla descargable de contrato mercantil básico. Incluye instrucciones detalladas para personalizar cada sección según tus necesidades.
Conclusión
Redactar un contrato mercantil básico no tiene por qué ser complicado si sigues los pasos adecuados y prestas atención a los detalles. Estos documentos son fundamentales para proteger los intereses de ambas partes y garantizar relaciones comerciales éticas y seguras.
A mí, por ejemplo, me llevó días redactar mi contrato de iguala, aunque el resultado final hizo que valiese la pena. Ahora puedo configurarlo al gusto de cada cliente sin que se me descuadre. Lo mismo ocurrió con mi hoja de encargo profesional. Leí decenas de documentos, fui picando aquí y allá, luego los plasmé en un documento y finalmente... lo pulí hasta que quedó todo claro, ordenado y ajustado a mis necesidades. No olvides que un contrato siempre deberá ajustarse a lo que tú des o recibas y que debe hacerte sentir seguro. Lo contrario es, simple y llanamente, un mal contrato.
Recuerda que un contrato bien redactado no solo evita problemas legales, sino que también refuerza la confianza entre los firmantes. Si tienes dudas o necesitas asesoramiento específico, no dudes en consultar a un abogado especializado en Derecho mercantil.
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